Ya pronto se acercaba la fiesta de graduación y con mis amigas del colegio planeábamos la ocasión. Yo debía pedir permiso, para ir a la reunión, pues eso formaba parte de las reglas que mamá con respeto me inculcó.
Mis padres siempre me enseñaron buenos modales en mi educación y en mi casa siembre hubo normas, para sentarnos al comedor, para saludar y para despedirnos de la gente a nuestro alrededor y para expresarnos o dialogar con una persona mayor.
En mi casa siempre hubo reglas, que yo seguía con devoción, pero a medida que iba creciendo nuevas pautas mamá incorporó "la vida era diferente", me decía con justificación y para el camino hacia la etapa adulta, necesitaría de una especial instrucción: —Si vas a ir a una fiesta debes poner mucha atención, y tener especial cuidado, con lo que te ofrecen en la reunión. A las drogas y al alcohol recházalas con determinación, si alguien te ofrece una bebida agradécele, pero di que NO. Si te sientes incómoda por algo llamarme es mi recomendación, no te acerques a aquellos que veas, que tengan mala intención, si te llegas a sentir amenazada, inmediatamente busca protección. Recuerda respetar siempre las reglas que mamá por experiencia te enseñó, así evitaremos lamentarnos, por alguna mala decisión.
—Gracias mamá por tus cuidados y por tu incondicional amor, ahora entiendo que al cambiar las reglas, tenias toda la razón. Gracias por acompañarme en mi proceso de maduración, la adolescencia no es fácil y deseo vivirla con reflexión. Gracias por tus consejos y por tu invaluable comprensión, y por inculcarme los valores, que me ayudarán a ser cada día mejor.
FIN
Reflexión
La adolescencia no es una etapa fácil en la vida de cualquier ser humano, por ello, poner reglas es importante. Así como lo fue durante la infancia, la disciplina sigue siendo crucial en la educación de un adolescente. Actualmente, vivimos en un mundo de constantes cambios, lleno de nuevos retos e inundado de peligros que pueden afectar la salud física y emocional de nuestros hijos. Por lo tanto, es prioridad imponer límites que los ayude a sentirse más seguros. Las reglas deben cambiar a medida que van creciendo y aunque los jóvenes sientan que se les está limitando su libertad y que son incomprendidos, es importante invitarlos a reflexionar a través del diálogo. Recuerda que los sermones no sirven, sé firme y recurre a la serenidad, a las pocas palabras acompañadas de hechos. Si desde la infancia has recurrido a las reglas familiares, entonces, será mucho más fácil guiar a tus hijos por el difícil camino de la madurez. Por el contrario, si los límites no han formada parte de la educación de tus hijos, entonces, estas criando un adolescente que no se conforma con nada, que no aceptará nunca un no como respuesta y que impondrá, por encima de cualquier cosa, todos sus caprichos.